"¿Devuélvannos la Santa Misa?
Por: Dirección de Comunicación Recientemente ha crecido en Latinoamérica y el mundo una campaña denominada "Devuélvannos la Santa Misa", en la cual por medio de ciertos videos, aparecen ciertos laicos pronunciando algunos postulados dirigidos primeramente a los Obispos Diocesanos y sacerdotes, los cuales parecieran ser del todo verdad pero que, en el mejor de los casos carecen de conocimiento no sólo litúrgico o dogmático, sino también eclesiológico, magisterial, Eucarístico, vamos, hasta de lo más básico del catecismo y cuando digo en el mejor de los casos, me refiero a que la intención de cada sujeto, pueda estar en una auténtica necesidad de "Comunión Eucarística", sin embargo, esta campaña parece estar gestada desde lo más profundo de los círculos "tradicionalistas", como ellos mismos se autodenominan, y que tristemente se han convertido en sectas dentro de la Iglesia. Pero me doy el tiempo de analizar algunos postulados de estos videos y responderlos a la luz de los documentos magisteriales, no de opinión personal: 1.- "Sres. Obispos... Por favor devuélvanos la misa": - La misa antes que todo, no es cosa, por tanto no puede ser propiedad de nadie, como tal, no te pueden "devolver", algo que no es tuyo. - "Los fieles tienen derecho a que la autoridad eclesiástica regule la sagrada Liturgia de forma plena y eficaz, para que nunca sea considerada la liturgia como «propiedad privada de alguien, ni del celebrante ni de la comunidad en que se celebran los Misterios" Redemptionis Sacramentum 18; (no requiere mucha explicación, sino se sabe leer este punto, pues simplemente estamos perdidos). - Sacrosanctum Concilium en el punto 7 nos explica, todos los lugares en donde Cristo se hace presente dentro de las celebraciones litúrgicas, por tanto Cristo, está presente nada más y nada menos que en ti y en tu familia que se reúne entorno al Sacrificio, aunque este sea transmitido por medios digitales, el no comprender esto, es no entender que los Sacramentos son presencia de Cristo y eficaces por sí mismos, aunque tú no estés presente en el templo, Él está presente en ti desde el momento de tu Bautismo. - Las celebraciones Eucarísticas continúan celebrándose, la diferencia es que tu presencia no es física en el templo, pero no por ello el Sacramento deja de ser eficaz, ni ha dejado de existir. - Atendiendo a los puntos anteriores, los Obispos Diocesanos en este momento de Pandemia han "dispensado" el "Precepto Dominical" el cual puede ser encontrado en el CIC, 1247 y que la Iglesia, en el 1248 nos presenta el como cumplir con dicho precepto, por tanto nuestros Obispos, ya han atendido a esto y te han dado la enorme oportunidad de que puedas hacer 2 cosas: a) Participes de la Eucaristía por medios digitales o TV de ella y tu participación, si es que lo haces de corazón te llevará a gozar de los frutos propios de ella y b) como ya lo marcaba desde antes el CIC 1248, que tu y tu familia realicen la celebración de la Palabra en la mejor Parroquia que existe: la llamada "Iglesia Doméstica", como se hacía en las primeras comunidades cristianas, en las catacumbas, como incluso lo hacen hoy los judíos, tristemente no acabas de comprender tu Bautismo y las llaves entregadas a la Iglesia sobre la autoridad de todo incluso de los ritos litúrgicos. 2.- "Necesitamos asistir y comer el Cuerpo y la Sangre de Cristo" - Como ya he explicado en el punto anterior, la asistencia ha sido dispensada y suplida. - La Comunión como tal, únicamente está indicada como precepto una vez al año, al menos en Pascua de Resurrección, esto quedó establecido desde el Concilio de Letrán, después de muchos años de disputas sobre la obligatoriedad de comulgar, el establecer un rigurismo como "Tradicionalmente" ocurre con los grupúsculos, es Jansenismo puro, una doctrina ya condenada por la Iglesia. -Si bien, la Comunión Eucarística es recomendada de manera frecuente no es una obligación, y por el contrario, el pensar que la comunión es por sí sola eficiente sin atender al amor al prójimo a través de las realidades sociales que enfrentamos es un gran error que fragmenta la Eucaristía, dicho así por Benedicto XVI, en Deus Caritas Est 14. -Antes que pedir que nos devuelvan la Eucaristía, debiéramos buscar las maneras de la Confesión Sacramental, que en estos momentos es necesaria, para recuperar el estado de Gracia por el peligro de muerte que existe y de ésta manera ya el Papa ha dado la fórmula de confesión atendiendo a la realidad que vivimos. - En éste contexto sería bueno voltear y mirar a los ritos orientales, en donde la Sagrada Comunión no es masiva, sino que cada individuo en su discernimiento sobre el estado de Gracia que guarda es que el mismo se permite acercarse a la Comunión y por ello ante un concienzudo análisis, vemos filas mucho más reducidas para comulgar que en el Rito Latino, sin que esto afecte a su camino de conversión, sino por el contrario, les fortalece para continuar creciendo como Cristianos. 3.- "Y si es por lo material no hay ningún problema, llevaremos cubrebocas, gel, etc". -El cubrebocas se ha convertido por recomendación de algunos gobiernos en obligatorio para "reducir" la probabilidad de contagio, sin embargo no la anula. -Por tanto debemos comprender que la imposibilidad de asistir a los templos, es un acto de amor al prójimo, al cuidar la salud corporal evitando el contagio, el cual está comprobando que es más efectivo que los barbijos y gel antibacterial, recordemos lo que decía San Juan Pablo II en 1980: "El cuerpo humano contiene desde "el origen" (···) la capacidad de expresar el amor: este amor en el que precisamente el hombre-persona se hace don y -por la intermediación de este don- realiza el sentido mismo de su esencia y de su existencia" - También decía en 1980: "El cuerpo, y sólo él, es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino. Este ha sido creado para transferir a la realidad visible del mundo el misterio oculto en Dios desde la eternidad [el amor de Dios por el hombre] y ser así el signo de ello" 4.- "Limpiaremos las bancas y el mobiliario" Es inconcebible que hasta hoy exista una preocupación del pueblo fiel, por la limpieza de los templos, cuando se utiliza y todo se lo han dejado en el mejor de los casos al sacristán o sacristana, en el peor, al propio párroco, a veces nuestro egoísmo nos lleva a anunciar grandes medidas que sólo muestran el desinterés que hemos tenido por años con nuestros templos. La historia de nuestra Iglesia nos recuerda insistentemente que "No sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de toda la palabra que sale de la boca de Dios", y esa Palabra es Cristo mismo. Y aún más cuando el Señor dice: "Mi pueblo perece por falta de conocimiento; y como tú rechazaste el conocimiento, yo te rechazaré a ti de mi sacerdocio", pero realmente eres tú el que rechaza el Sacerdocio que Dios te dio cuando te ungieron como: Rey, Sacerdote y Profeta a semejanza de Cristo. Sí tu crees que todo esto no tiene valor, no has comprendido a Cristo, la Iglesia, el Misterio y la eficacia de los Sacramentos, en concreto pues, no extrañas a Dios, a la Eucaristía, a la Misa, extrañas una actividad, una rutina, una costumbre, no la tradición misma de Celebrar al Dios uno y Trino que nos ha regalado la existencia. Es triste ver que algunos no conocen la Iglesia, sólo conocen una forma de ser Iglesia.
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Estimado lector, antes que nada quisiera comentarte que nos encontramos en el 4o. Día del Sínodo de la Amazonia, en el cual los trabajos si bien no son del todo públicos, existen unas breves ruedas de prensa diarias llamadas "Briefing", en las cuales, religiosos, sacerdotes, obispos y laicos participantes del sínodo comparten algunas reflexiones del trabajo del día al interior, así como las visiones expuestas.
Es importante señalar que éstas no constituyen en sí alguna determinación final o concluyente de parte del sínodo, sino que solamente nos informan acerca del primer proceso de diálogo y escucha de parte de los padres sinodales sobre las situaciones específicas expuestas. Sabemos de antemano por la naturaleza de la región Amazónica que existirán muchas propuestas que vayan entorno al papel de los laicos en aquella porción de la Iglesia, esto debido a al escasez de ministros ordenados, a la lejanía de los lugares y a las dificultades de acceso de aquellas regiones, así como las dificultades económicas, culturales, sociales y políticas que configuran un escenario complejo para la evangelización. A respecto de estos "briefings", sabemos que habrás podido escuchar términos que no nos son del todo familiares o comprensibles, como aquellos que mencionan que: alguien puede bautizar, asistir un matrimonio, escuchar una confesión sin dar absolución, o que se solicita un ministerio para reconocer el papel de las mujeres en la Iglesia y pueden llegar a causarnos confusión, sin embargo te damos estos 9 datos para que puedas comprender mejor la normatividad actual sobre ministerios laicales y las propuestas que han dado los padres sinodales y que te podrán ayudar a entender mejor el contexto: 1.- El Código de Derecho canónico en el canon 230 establece que: "Los laicos pueden...", y detalla algunas cuestiones en las cuales los laicos pueden colaborar en el sagrado ministerio de los sacerdotes como: Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho (cfr. CIC 230, 3). 2.- En 1973 el Papa Pablo VI, otorgó la facultad a las conferencias episcopales y éstas se lo han transferido a los obispos, de decidir la institución de otros ministerios que sean muy útiles en alguna región por alguna necesidad específica, además del Lectorado y el Acolitado (cfr. Ministeria Quaedam). 3.- De acuerdo al Código de Derecho Canónico y al Código de derecho de las Iglesias Orientales en caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal trinitaria. La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la voluntad salvífica universal de Dios y en la necesidad del Bautismo para la salvación (cfr. CIC 861; CCEO 861; CEC 1256). 4.- De acuerdo al Código de Derecho Canónico: "Donde no haya sacerdotes ni diáconos, el Obispo diocesano, previo voto favorable de la Conferencia Episcopal y obtenida la licencia de la Santa Sede, puede delegar a laicos para que asistan a los matrimonios y éste debe ser idóneo, capaz de instruir a los contrayentes y apto para celebrar debidamente la liturgia matrimonial" (cfr. CIC 1112). 5.- El polémico tema de las Diaconisas, en 2016 el Papa Francisco tuvo a bien, crear una comisión formada por 12 personas, 6 mujeres y 6 hombres para el estudio histórico del "Diaconado Femenino", del cual existe evidencia histórica en la escritura en la carta a los Romanos 16,1, y en otros textos históricos; sin embargo en Mayo pasado el Sumo Pontífice adelantó que las diaconisas "no van", por tanto no debe ser tema de preocupación, para algunos escépticos en el tema de la ordenación de mujeres; sin embargo, la comisión de estudio, por medio de Phyllis Zagano, miembro de la comisión, sin revelar más detalles comentó en Enero de 2019 que la problemática va en función de saber si el acto de conferir dicho "ministerio" históricamente era considerado una "ordenación" o a lo que a partir de 1973 le llamamos "institución" y que en su momento sería considerado como "una bendición" para ejercer las funciones propias del ministerio sin ser considerado dentro del Sacramento del Orden, por tanto el diaconado femenino en caso de que se llegara a dar como un ministerio de reconocimiento a la participación de la mujer en la vida de la Iglesia, ya sea con este nombre u otro, sería considerado un ministerio instituido, al igual que el Acolitado, el Lectorado, el Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión, el Ministro de la Palabra, el Ministro de la Caridad, entre otros. Y aquí llegamos a una necesidad de explicar los elementos constitutivos de una "Institución de Ministerios Laicales": 6.- En la era pre-conciliar, los ministerios ejercidos por laicos eran considerados ordenes menores, el Papa Pio XII, quien define que la materia de la ordenación es la "Imposición de Manos", algo que no se daba en el ritual de "colación" es decir, "de conferir", las órdenes menores, por tanto y en armonía con ésto, el Papa Pablo VI, define que: "Está más en consonancia con la realidad y con la mentalidad actual el que estos ministerios no se llamen ya órdenes menores; que su misma colación no se llame « ordenación » sino « institución »; y además que sean propiamente clérigos, y tenidos como tales, solamente los que han recibido el Diaconado. Así aparecerá también mejor la diferencia entre clérigos y seglares, entre lo que es propio y está reservado a los clérigos y lo que puede confiarse a los seglares cristianos; de este modo se verá más claramente la relación mutua, en virtud de la cual el « sacerdocio común de los fieles y sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan sin embargo el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo » " (cfr. Ministeria Quaedam) 7.- Por tanto todo aquel ministerio ejercido por laicos es considerado instituido cuando se presentan los siguientes elementos: ser conferido y reconocido por el ordinario; que se confiera mediante el rito prescrito para su institución; debe tener un período definido de actuación, incluso ser de manera permanente si así se establece; ser solicitado de manera voluntaria y admitido por el ordinario y tener una formación para poder ejercerlo (cfr. Orientaciones de los Ministerios Laicales CEM, Ministeria Quaedam, Immensae Caritatis). 8.- El rito de institución contiene los siguientes elementos y efectos: el escrutinio del candidato y la declaración voluntaria de ejercer el ministerio; la bendición del ministro; la delegación y consagración para una función(es) específica(s) y la entrega de un signo que simboliza el ministerio a desempeñar (cfr. Immensae Caritatis, Rito de Institución del MESC, rito de Institutione Lectoris, de Institutione Acolythi, CIC 1672). 9.- El día de hoy 10 de Octubre Mons. Wilmar Santin obispo de la Prelatura de Itaituba, Brasil, en el "Briefing sinodal" dio el testimonio elaborado en la región Amazónica en preparación de algunos laicos a ser admitidos al Diaconado y este proceso elaborado por algunos obispos de la región contemplaba originalmente como primer paso la institución de Ministros Extrarodinarios de la Sagrada Comunión, sin embargo mencionó que este proceso fue modificado y decidieron instituir 48 Ministros de la Palabra (cfr. CIC 230,3) por la importancia que esta tiene en la región; después tienen contemplado instituirles como "Ministros del Bautismo y Ministros del Matrimonio" y esta propuesta es una de las muchas que se han puesto sobre la mesa y que se contemplan y disciernen a la luz del Espíritu Santo en el Sínodo de la Amazonia. https://www.vaticannews.va/pt/vaticano/news/2019-10/coletiva-sinodo-amazonia-igreja-rosto-indigena-ministros-palavra.html?fbclid=IwAR2gDHiedwyOsa6SEA_GiWzL6Ugtj33iR2h7fS0bxVlE7K5nOcy0iDxDVfo Como podrás darte cuenta la importancia de los Ministerios Laicales crece en la Iglesia porque no es sino la participación del triple munus: docendi, regendi et santificandi, es decir; rey, sacerdote y profeta que nos fue dado en el Bautismo y la Confirmación para asimilarnos más con nuestro Señor Jesucristo para la salvación del mundo entero y debemos agradecer a Dios este don inmerecido de reconocer nuestra labor dentro de su pueblo con la institución de ministerios de parte de nuestros obispos. El pasado 30 de septiembre de 2019 con motivo de la celebración de la memoria de San Jerónimo, el Papa Francisco ha instituido el "Domingo de la Palabra de Dios", el cual celebraremos el tercer Domingo del Tiempo Ordinario por medio de la "reflexión, celebración y divulgación" de la Palabra de Dios; y a pesar de ser esta carta en forma de "Motu Proprio", dirigida a la Iglesia Universal, hemos querido recabar las claves para una comprensión del documento en torno a la Ministerialidad Laical, sobre todo en las comunidades de nuestra Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla.
Claves Celebrativo-Ministeriales (AI, 3): - Es un Domingo que debe expresar el valor "Ecuménico" de la Sagrada escritura, ya que ésta indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad, esto debe reflejarse en fortalecer los lazos con los judíos y rezar por la unidad de los cristianos. - Vivencia solemne por medio de la "Entronización de la Sagrada Escritura", a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que tiene la Palabra de Dios. - Será útil "Destacar su Proclamación", lo cual se puede realizar participando en la creación de moniciones, catequesis, explicaciones sobre la importancia y diferencia entre "leer y proclamar" así como de la correcta preparación de los ministros de la palabra, lectorado u otros integrantes del equipo litúrgico que realiza este servicio, lo cual puede enfatizar el sacerdote por medio de la Homilía. - El Papa sugiere que en este Domingo los Obispos, puedan instituir los ministerios del "Lectorado" o confiar un "Ministerio similar", como ocurre en nuestra provincia con el Ministro de la Palabra, para recordar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. Como sabemos en algunas Diócesis ya existen fechas de institución sin embargo reviste una gran importancia en la ministerialidad laical que el Papa, habiendo escuchado las peticiones del pueblo de Dios, siga confirmando y reconociendo la importancia del servicio de los laicos en las tareas intraeclesiales, que no se agota con la acción litúrgica (SC 9), sino que enriquecen toda la vida pastoral de las comunidades. - El papa hace énfasis, a respecto del punto anterior, en que no falte ningún esfuerzo en la preparación y formación adecuadas, de quienes desempeñan estos ministerios para que puedan llegar a ser "verdaderos Anunciadores de la Palabra", y menciona que estos esfuerzos deben realizarse de la misma manera que los con ministerios como el Acolitado y el Ministro Extraordinario de la Comunión. Esta mención denota la unidad de los ministerios instituidos, denota la importancia de que aquellos que desempeñan estos ministerios deban estar debidamente formados y por tanto se pone de relieve las acciones implementadas para promover la correcta ministerialidad laical en la iglesia. - Los párrocos podrán encontrar el modo de entregar la Biblia o alguno de sus libros a toda la asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina. Como ministros podemos ayudar a accionar esta iniciativa, por medio de propuestas en nuestras comunidades para la entrega de la Sagrada Escritura al pueblo de Dios. Claves Prácticas: - La Biblia no puede ser sólo patrimonio de algunos o una colección de libros para unos pocos privilegiados, pertenece en primer lugar al pueblo convocado para escucharla y reconocerse, por tanto, debemos rechazar la tentación de monopolizar el Texto Sagrada, relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos (AI, 4). Los que tienen la vocación de ser ministros de la Palabra deben sentir con fuerza la necesidad de hacerla accesible a su comunidad (AI, 5). En esta última afirmación cabe recordar que los primeros en ejercer este ministerio son aquellos que cuentan con el Sacramento del Orden (CIC, 763-764), sin embargo los laicos también lo ejercen por medio de otros ministerios instituidos en las Diócesis (CIC, 230-3, AI, 3). - Aprovechar la oportunidad de ayudar a profundizar en la Palabra de Dios, con un lenguaje sencillo y adecuado para el que escucha. Que los catequistas sientan la urgencia de renovarse a través de la familiaridad y del estudio de la Sagrada Escritura, para favorecer un verdadero diálogo entre quienes lo escuchan y la Palabra de Dios (AI, 5). - Este Domingo no ha de ser “una vez al año”, sino una vez para todo el año. Para esto necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados. (AI, 8). - La Biblia no es una colección de libros de historia, ni de crónicas, sino que está totalmente dirigida a la salvación integral de la persona. Está compuesta como historia de salvación en la que Dios habla y actúa para ir al encuentro de todos los hombres y salvarlos del mal y de la muerte. Por tanto es fundamental la Acción del Espíritu Santo y rechazar las interpretaciones fundamentalistas, para no traicionar su caracter inspirado, dinámico y espiritual (AI, 9). - Es importante recordar que la Palabra fue en un principio transmitida oralmente, por tanto la verdadera Fe Biblica se basa en la Palabra viva, no en un libro (AI, 11). - Escuchar la Sagrada Escritura para practicar la misericordia. La Palabra de Dios nos señala constantemente el amor misericordioso del Padre que pide a sus hijos que vivan en la caridad, por tanto debemos dejar que la Palabra abra nuestros ojos para permitirnos salir del individualismo que conduce a la asfixia y la esterilidad, a la vez que nos manifiesta el camino del compartir y de la solidaridad (AI, 13). - La verdadera escucha de la Palabra es acompañada por la madre del Señor. La bienaventuranza de María precede a todas las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús para los pobres, los afligidos, los mansos, los pacificadores y los perseguidos, porque es la condición necesaria para cualquier otra bienaventuranza (AI, 15). El presente trabajo es una reflexión a partir de la realidad de la ministerialidad en México, no pretende ser un tratado teológico, tampoco pretende decir alguna “novedad” cuando la Iglesia ya ha dicho mucho, sino aportar elementos a una reflexión pastoral que contribuya a una transformación de la ministerialidad laical para que ésta responda de manera eficaz a las necesidades de nuestros tiempos como signo del amor de Cristo a su pueblo.
Existe una diversidad de servicios ejercidos por los laicos en la iglesia (cfr. 1 Co 12, 5), sin embargo la concepción más común al hablar de “Ministerios Laicales” como Dimensión de la pastoral de las Iglesias particulares nos remite a la idea preconcebida de que hablamos de aquellos ministerios que son reconocidos o instituidos por los Obispos Diocesanos o a quien ellos hayan delegado dicha institución (cfr. Orientaciones de los Ministerios Laicales, Cap. IX), entre los más comunes están el Lectorado, Acolitado provenientes de la época preconciliar y el Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión, el Catequista, el Ministro de la Palabra y en algunas Diócesis el de la Caridad, todos estos adaptados en un ambiente postconciliar. Estos ministerios siempre han estado ligados y conceptualizados en torno al culto, es decir a una praxis más litúrgica y/o catequética, si bien es cierto que una parte del servicio se desarrolla en estas dimensiones de la pastoral debemos recordar que, la iglesia instituyó ya desde tiempos antiquísimos algunos ministerios para dar debidamente a Dios el culto sagrado y para el servicio del Pueblo de Dios, según sus necesidades; con ellos se encomendaba a los fieles, para que las ejercieran, funciones litúrgico-religiosas y de caridad, en conformidad con las diversas circunstancias (Ministeria Quaedam). Reflexión obligada En la reflexión de lo que nos menciona el Papa Pablo VI, de feliz memoria, podemos encontrar las siguientes pautas para una comprensión de los ministerios laicales en la dimensión social y pastoral de la Iglesia:
Desafío que converge con las tentaciones propias del laico. Este gran desafío converge con las tentaciones que los laicos viven: La tentación de reservar un interés tan marcado por los servicios y las tareas eclesiales, de tal modo que frecuentemente se ha llegado a una práctica de dejación de sus responsabilidades específicas en el mundo profesional, social, económico, cultural y político; y la tentación de legitimar la indebida separación entre fe y vida, entre la acogida del Evangelio y la acción concreta en las más diversas realidades temporales y terrenas (CL 2). Esto exige un cambio en la forma de conceptualizar el servicio que los laicos brindan al interior de la Iglesia para que éstos cumplan con las funciones propias de su deber primordial: “Buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios”. La tarea primaria de todo laico es atender éstas realidades, la familia como núcleo central de la sociedad y a veces las familias se ven lastimadas por la excesiva participación en el servicio intraeclesial de los laicos, así mismo es necesario que los ministros laicos atiendan en sus mismas actividades pastorales a los más necesitados dentro de sus comunidades y en las periferias de las mismas (EG 20). Al adaptar una concepción social de la ministerialidad laical de ninguna manera se resta importancia a la liturgia o a la función catequética, sino por el contrario, hace más palpable el mandamiento de infinita caridad que nos da el Evangelio y del cual participamos por medio del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, no es una lucha entre dimensiones pastorales, no es una marcada diferencia entre prácticas ya establecidas, se trata de la realización plena de las dimensiones de la persona humana que ejerce tales servicios en función al bien común y a la plenitud del servicio a Dios por medio de su pueblo a esto la CEM le denomina “Inteligencia cristiana del ministerio pastoral o inteligencia espiritual de la misión” (PGP 16) Hacia una ministerialidad misionera Independiente y en respeto a los planes Diocesanos de pastoral la CEM hace eco de la invitación del Papa Francisco a establecer procesos y en este caso Diocesanos de renovación que generen una pastoral integral, de comunión y misionera (PGP 78), por tanto debemos ser propositivos quienes integramos los equipos diocesanos de ministerios laicales para que se pueda llevar a cabo una transformación hacia un ejercicio integral de los ministerios. La responsabilidad social no es privativa de un grupo o de una dimensión pastoral, sino que es compartida y debe ser atendida por todos los miembros de la Iglesia desde su propio encargo, tampoco es posible hablar de la caridad separada del ministerio, ni estos a su vez de la persona que los ejerce, sino que es una concepción integral de la persona que ejerce un ministerio. Para lograr esto la formación de los ministros debe enriquecerse en una comprensión integral de la persona humana, en la Doctrina Social de la Iglesia y en los fundamentos de la nueva Evangelización impulsada por el Papa, la CEM y el CELAM, por medio de la lectura de los documentos que la rigen. También es necesario el acompañamiento efectivo de los sacerdotes, es importante que conozcan los desafíos a los cuales se enfrentan los ministros y que permitan la realización de iniciativas que pongan en marcha la misión y la salida de los ministros, que se realicen actividades en favor de las comunidades y que no se quede solo en documentos y en el discurso de sinodalidad, sino que se convierta en una realidad. Dios y Santa María de Guadalupe nos ayude a obtener del Espíritu Santo el don de sabiduría para que la ministerialidad laical pueda dar frutos de santidad tan necesarios en nuestra iglesia y que seamos instrumentos de una nueva Evangelización en nuestras iglesias particulares, para que realmente el servicio sea expresado como el fruto del Amor de Dios a su pueblo. Transcripción por Diego Pérez
En primer lugar pues felicitarles por los servicios que le prestan a nuestra Diócesis en los distintos Ministerios que se han venido instituyendo y en los cuales está sirviendo la Iglesia para hacer presente a Jesucristo ya que a fin de cuentas esta es la finalidad principal que tenemos al realizar cualquier servicio dentro de la vida de la iglesia no es otra cosa más que hacer presente a Jesús y al mismo tiempo está presente su Palabra. Lo vemos en las oraciones que se hacen al visitar a los enfermos, se dice una frase que está por ahí “para que nunca se sientan abandonados por Dios” porque esa es la primera experiencia que se tiene y más cuando vivimos en estas grandes ciudades donde podemos perdernos y no significar mucho para los demás, esa es nuestra tarea con cada una de las actividades y servicios, vuelvo a insistir que realizamos como dice el Padre Enrique, los lectores, los monitores, los de bienvenida en la parroquia todo esto es para darle un lugar a la persona y saber que es alguien para Dios ante todo y que es Dios mismo el que le está recibiendo, es Dios mismo el que está procurando atenderle y particularmente en los momentos a veces más difíciles. Pues muchas gracias que bien que se dan este tiempo para poder llenar su corazón de más amor por Jesucristo a través de las personas de las cuales ustedes son sus servidores. Por otra parte también teníamos y se tiene todavía porque la acción católica sigue adelante, lamentablemente por algún motivo muy particular, eso es una reflexión muy personal, como era algo que le daba unidad a la iglesia que le daba fortaleza, y de alguna manera ha quedado en pequeñas células solamente, no vengo a promover la acción católica, no, sino sobre todo lo que tiene la acción católica como principio que sirve para cualquier organización dentro de la vida de la iglesia cualquier movimiento podría servir estos tres principios que han regido a la acción católica y que debe seguir rigiendo la vida de todo fiel cristiano: oración estudio y acción. Eso fue lo que me llamó la atención como hemos cambiado estos últimos años, ponemos y anteponemos el estudio y la oración hasta el final, en ocasiones como que -sí alcanza el tiempo hacemos oración- y la acción católica tiene eso: oración, estudio y acción; o también a veces en éstos últimos años nos hemos enfocado demasiado en la acción y olvidamos los dos anteriores: el estudio y la oración. Entonces yo quisiera dejárselos como también me he quedado yo con ellos, para que puedan ir orientando nuestra propia vida, nuestra vida personal y nuestra vida como cristianos integrados en algún servicio de la vida de la iglesia. Hay que orar, me da mucho gusto que sea el Señor el que esté aquí en la entrada, ante el Santísimo Sacramento, antes que cualquier cosa la oración, si van a ir a prestar ya su servicio, antes orar, aunque ya se hayan preparado y tengan todo muy bien listo, siempre primero con Él, antes de cualquier cosa, antes de estudiar, orar, antes de servir, orar, para que aquello con lo que vayamos a realizar, lo que podamos llevar a los demás sea realmente al Señor y no a nosotros mismos y que puedan obtenerlo también dentro de este servicio, cada uno en su ministerio, preocúpense en lo sucesivo tener muy presente estos tres puntos: orar, estudiar y acción (trabajar). Y estar dando vuelta constantemente, volver nuevamente a ese principio para que lo que hagamos verdaderamente de fruto y sea un fruto de acuerdo a como el Señor lo quiere, muchas gracias nuevamente por su servicio, que han venido prestando, por los que se van a integrar apenas para ser instituidos, pues que vayan desde el principio entrenando su corazón de esa intimidad con el Señor, de esa intimidad con el Señor. La oración que ustedes puedan hacer, que sepan, que han aprendido, esa es la que van a realizar y sobre todo en la presencia de Jesús Eucaristía, agradezco al Padre Valente, al Padre Enrique, a quienes hayan estado al frente de ustedes acompañándolos a cada momento para poder seguir sirviendo, rueguen y pidan también por ellos para que tengan la fortaleza y sobre todo la luz del Espíritu, que el Señor nos da. Y por último también la Palabra en relación al Evangelio del día de hoy: Conflictos en la Iglesia siempre han existido, hoy se nos plantea uno en la primera Lectura, pero también nos ha mostrado como se resuelven esos conflictos, a través principalmente del diálogo, acercándonos a las personas para dialogar, de alguna manera pueden ustedes tener algún conflicto en su vida familiar, en su vida de comunidad parroquial, en su vida civil, ahí donde viven y en ocasiones cuando hay conflicto inmediatamente nos retiramos, pensamos que eso no debe existir; siempre ha existido, desde los primeros días de la vida de la Iglesia, el mismo Jesús vive en un conflicto constante, pero no en la violencia, es muy distinto, el siempre en el diálogo y así lo enseñó y así lo siguieron haciendo los apóstoles para poder construir esa ciudad que nos plantea la Segunda Lectura, es necesario pasar como nos decía hace 8 días, en la primera lectura de los Hechos de los apóstoles hay que pasar por ciertas tribulaciones, así que no nos espante que en la vida de la iglesia haya esa situación, no nos podemos alejar, somos una institución humana y no tenemos la visión y claridad en nuestro pensamiento, tenemos que ir aclarando poco a poco y para esto termino diciéndoles, lo que el Señor recuerda, nos va a dar el Espíritu Santo para que el nos vaya enseñando y nos vaya recordando, por eso es la razón de que hay que invocar cuando nosotros no entendemos, cuando no tenemos la claridad hay que pedir la luz del Espíritu Santo y pedirla constantemente, para que aquello que pudiera ser motivo de conflicto, pudiera venir a menos, como lo vemos el día de hoy en la lectura de la palabra, decidieron no poner más cargas solo eviten 3 cosas: el animal sacrificado, la sangre y la fornicación, todo lo demás va a seguir igual, no les vamos a poner más cargas, porque la Buena Nueva, no es para hacer más pesada la vida, sino sobre todo para poder seguir hacia delante y seguir con alegría, muchas gracias por esta oportunidad Padre Valente, Padre Enrique, muchas gracias, nos encomendamos a sus oraciones, para poder continuar en el servicio que nos toca el día de hoy, que tengan todos un buen día. Por Diego Pérez.
Cuando somos llamados a ser ministros, muchas veces los sacerdotes nos llaman sin tener conocimiento y conciencia de la gran responsabilidad que significa ser ministro, sobre todo ésta responsabilidad es mayor cuando somos instituidos por el Obispo de nuestra Diócesis. Es por ello que te damos los 5 documentos que debes conocer para ejercer mejor tu ministerio, sea cual sea el tuyo: 1.– Ministeria Quaedam: En esta carta del Papa Pablo VI hizo una verdadera reforma a la Iglesia y a los servicios que en ella se ejercen. Muchos de ellos anteriormente ejercidos únicamente por seminaristas, religiosos y religiosas, este documento conllevó una comprensión de que todo ministerio dentro de la Iglesia puede ser ejercidos por laicos, sin considerarse como algo ya reservado a los candidatos al Sacramento del Orden y derogó las llamadas Órdenes menores, dando inicio a la concepción de los Ministerios Laicales. 2.- Apostolicam Actuositatem: Decreto por el cual se fundamenta y se hace patente y necesario el discernimiento de la vocación de los laicos al apostolado, y al trabajo en la pastoral de la Iglesia Universal. 3.– Immensae Caritatis: Instrucción que da origen y forma al Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión y da las normas acerca de la correcta participación de éstos, dentro y fuera de la misa y fue publicado con el ritual para "Institución de Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión", considerándolo de forma unánime como Ministerio Instituido en la Iglesia Universal al lado del Acolitado y Lectorado. 4.– Ecclesiae de Mysterio: Instrucción por la cual San Juan Pablo II da directrices teológicas y prácticas acerca de la colaboración de los laicos en el Sagrado Ministerio de los Sacerdotes. 5.- Redemptionis Sacramentum: Instrucción de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que dedica su Capítulo VII a los Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión en cuanto Abusos Litúrgicos a evitar y solicita que se llame al ministerio de manera correcta evitando así llamar al MESC como Ministro de la Eucaristía, de la cual sólo el Sacerdote Ordenado es Ministro. 6.- Orientaciones de los Ministerios Laicales CEM: Documento a modo de Orientaciones elaborado por la CEM que da las pautas para la promoción y el acompañamiento de los diversos ministerios laicales, así como el perfil, normas dentro de las Diócesis, métodos de formación y perfiles de admisión a los ministerios. Esperamos que esta breve guía te ayude a tener un mejor conocimiento para desempeñar mejor el ministerio que la Iglesia confió en ti. La Conferencia episcopal australiana lanza un documento sobre el ministerio de los laicos
“Fieles administradores de la gracia de Dios” es el título del documento sobre el ministerio de los laicos en la Iglesia de Australia lanzado por la Conferencia Nacional sobre la Nueva Evangelización, Proclaim2018, promovido por la Comisión episcopal para la Evangelización. El texto – escribe en la introducción Monseñor Michael McCarthy, presidente de la Comisión Episcopal para el Ministerio de la Iglesia - "describe el ministerio y la misión de la Iglesia", tomando la forma de un "documento de trabajo" que "presenta una sólida base teológica y pastoral para la pastoral laical", en el camino hacia el Consejo plenario 2020 de la Iglesia australiana. Después de la creación, en 2012, del "Consejo católico para el ministerio pastoral de los laicos" cuyo objetivo es facilitar el diálogo entre las diócesis y un "enfoque nacional", y después de un estudio de la realidad local, el Consejo ha trazado estas directrices nacionales para "promover y activar actitudes y prácticas de colegialidad" en Australia, tierra donde llegaron los primeros católicos en 1788. El documento toma como punto de partida esa fecha y está dividido en cinco capítulos, "pretende identificar las complejidades que implica el ministerio de la pastoral laical", "comprender el papel del ministerio pastoral laical en la vocación común del discipulado y su relación con otras formas de ministerio", describir de manera práctica el ministerio pastoral laico y proponer algunas recomendaciones para una "visión compartida en la práctica". El objetivo del documento no es "establecer qué roles deben incluirse en el término 'ministerio pastoral laical', sino ser una ayuda y una guía para el desarrollo de una visión compartida, una comprensión y un reconocimiento comunes de la pastoral laical a nivel nacional y local". Un laico "se convierte en ministro pastoral laico cuando su vocación a un ministerio público formal en la Iglesia es fruto de un discernimiento adecuado; sus dones son identificados y establecidos a través de la formación y la práctica; la persona es autorizada por la autoridad competente a un papel u oficio apropiado a sus dones para el servicio", que debe llevarse a cabo en "estrecha colaboración con los obispos, sacerdotes, diáconos y consagrados". El documento también presenta una serie de "recomendaciones" para que esta "visión compartida" se refleje "en la práctica". Documento disponible en: https://www.catholic.org.au/images/lpm/e_Lay%20Pastoral%20Ministry%202018.pdf Transcripción: Diego Pérez / Diócesis de Nezahualcóyotl
Estamos culminando el tiempo de la Pascua y dentro de los comentarios que se hacen precisamente a las lecturas del día de hoy y particularmente a ésta solemnidad de la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Santísima Virgen María, se menciona precisamente la primera Pascua, cuando Moisés saca al pueblo hacia la tierra prometida y nos hace referencia precisamente a que toda Pascua tiene dos resultados, dos experiencias: en primer lugar la cercanía de Dios y segundo sobre todo la fuerza transformadora, liberadora de ese paso de Dios por nuestra vida, de estar esclavos pasan a ser hombres y mujeres libres, de ser un tartamudo a ser el encargado de parte de Dios de conducir a su pueblo, de ser un joven como Jeremías a confiarse a las palabras del Señor que pondrá en su boca cuando vaya y se presente en su nombre y esto es precisamente lo que podemos destacar el día de hoy: La Pascua es el paso del Señor por nuestra vida y lo que experimentamos es su cercanía, es su presencia y esto es lo que hace también Jesús resucitado al dar al Espíritu Santo, nos da al Consolador en primer lugar, antes que el Abogado, antes que el Espíritu de la verdad está el Consolador, ¿por qué? -porque están tristes- se han quedado sin su maestro y primeramente da el consuelo, pero al dar el consuelo no es para que nos quedemos ahí en esa experiencia de compasión de parte del Señor, sino sobre todo como les decía, de tener la certeza y la seguridad de lo que el mismo Señor nos dice: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta la consumación de los siglos” (Mt. 28, 20). Esto es lo que debemos de tener en cuenta en primer lugar con nuestra Pascua, porque también se afirma que son Litúrgicamente, podríamos llamarlo así, tres Pascuas: La Encarnación -que Dios se hace hombre-, La Resurrección -Jesús vence a la muerte- y Pentecostés -que nos transforma en testigos del Resucitado-. Y también ésta Pascua de Pentecostés tiene eso mismo como decía: La experiencia de la cercanía de Dios al recibir al Consolador y esa fuerza liberadora de que deja a los hombres miedosos a un lado, para convertirlos en testigos del Evangelio, en testigos de la Resurrección son ellos quien abren ahora las puertas y las ventanas para salir al diálogo y al encuentro con el mundo, no se quedan ahí encerrados, pero esto es lo que hace el paso del Señor en la vida de cada uno de ellos, revisemos cuando ha sido nuestra Pascua, cuando ha sido ese paso del Señor por nuestra vida en donde nos ha dado la certeza y la seguridad de que Él ha caminado, camina y seguirá caminando siempre con nosotros, sino ha sido así, es necesario revisarnos, sí hemos tenido ya esa experiencia ¡Muy bien! O sino estar en esa expectativa, como decía el día de ayer la lectura, la espera del Espíritu, la espera del paso del Señor, porque la primer experiencia que se tiene en los hombres y mujeres de fe en las circunstancias adversas es precisamente esa pregunta que está en la Sagrada Escritura: “¿Está o no está Dios con nosotros?” (Ex. 17,7). Y eso es lo primero que tenemos que resolver, ¿Está o no está con nosotros? Y -sí está- esto nos debe dar valor, nos debe dar seguridad, nos debe impulsar y nos debe transformar de lo que somos a veces, personas a lo mejor pusilánimes, es decir, opacado con miedo, con inseguridad para podernos convertir en el hombre y la mujer que Dios quiere y que nos ha querido desde el principio. Ésta vivencia de éste Domingo de Pentecostés en donde se renueva el compromiso de servirle al Señor, sea primeramente una Pascua para todos y cada uno de nosotros los aquí presentes: ¡Dios sigue estando con nosotros, seguirá estando hasta el final de los tiempos, Él es el único que no se retira, Él es el que se hace siempre presente! Por eso, lo que experimentamos sobre todo en ocasiones cuando somos internados por alguna enfermedad, hay una hora de visita en que nos pueden visitar nuestros familiares y amigos, pero hay un momento en que la clínica, el hospital cierra esa visita y los únicos que quedan ahí solamente son Dios y aquella persona, sí, estarán los médicos, las enfermeras, pero estar, estar verdaderamente con nosotros, solamente Dios, Él es el único que caminará con nosotros, ésta fue la experiencia más fuerte de los Apóstoles, de que el Señor no se había ido, de que el Señor no los había abandonado, sino que todavía estaba en medio de ellos y que los seguiría acompañando, que ésta sea nuestra mayor certeza y seguridad y lo que nos dé el valor para poder seguir adelante para convertirnos en ese hombre y en esa mujer, que probablemente como decía: -no me atrevía a ponerme de pie y servir en la comunidad-, -no me atrevía e ir a ver al pobre, al necesitado-, -no me atrevía a anunciar la Buena Nueva porque me daba un poco de pena tomar la Sagrada Escritura o simplemente la Palabra que ya conozco poderla decir de memoria ante aquella persona que estaba delante de mí-; ¡que deje de serlo!, para que verdaderamente pueda decir que he vivido la Pascua de Pentecostés. Sí todavía sentimos ese temor, no busquemos hacer ninguna otra cosa, sino la experiencia de que Dios verdaderamente está con nosotros. Por otra parte independientemente de éste momento de Pentecostés y de lo que acabamos de reflexionar brevemente sobre la Pascua de Pentecostés también hoy se ha hablado en la vida de la Iglesia de una reforma invisible hasta cierto punto, que el Santo Padre Francisco ha emprendido desde el inicio de su pontificado y lo quiero mencionar hoy precisamente también dentro de ésta reflexión porque lo tenemos delante de nosotros, él en una forma callada ha ido introduciendo en el servicio de la Iglesia a muchos hombres y mujeres laicos que sorprendentemente, para muchos de nosotros, él los ha llamado a dar un servicio y no cualquier servicio, en algunos de los puestos de mucha importancia, ésta reforma también, tiene mucho que ver, y él ha venido insistiendo fuertemente por esto también los invito a que en lo posible conozcan todas las palabras del Papa Francisco dirigidas a los laicos y sobre todo en esa carta dirigida precisamente a los Obispos de América latina a través del responsable el Cardenal Ouellet en donde define muy claramente el papel de cada uno de ustedes y el lugar que les corresponde dentro de la vida de la Iglesia, ya no solamente son para la ejecución, son también para la reflexión, son también para la opinión, ¡pueden hacerlo!, ¡háganlo desde su propia experiencia!, con capacitación que hayan recibido en alguna etapa de formación, o también recuerden hay otro camino por el cual el Señor se hace presente, no sólo se aprende en una escuela, no sólo se aprende en la vida, también se aprende con la Gracia de Dios, sí son hombres y mujeres de oración y le piden al Señor la luz de su Espíritu, aun cuando no hayan asistido a una gran formación o por muchos años en ella tendrán algo que decir, algo que opinar que viene precisamente de Dios, por esto la invitación a ponernos también en la presencia del Señor y que cada vez que vayan a dar ustedes su servicio, se pongan delante de Jesús Eucaristía, no salgan sin Él no se vayan sin antes haber pasado delante de Él, piensen que pueden llegar hasta su parroquia y entrar a la capilla del Santísimo y si no pueden hacerlo, en su propio hogar, es el momento de encuentro con el Señor antes de prestar el Servicio, para que Él sea su fortaleza y Él sea la luz de su espíritu y Él ponga las palabras en su boca que van a ser necesarias. Ésta reforma que el Santo Padre ha iniciado y sobre todo que ha ido poniendo solamente en práctica lo que el Vaticano II nos ha indicado respecto a cada uno de ustedes, tenemos que seguirla impulsando, que siga habiendo cada vez más servidores, sí en la vida de la Iglesia, hacia dentro, pero también hacia afuera, también en el mundo es necesaria su presencia, y además es el principal lugar donde ustedes podrían desempeñarse, yo los invito a que también en algún momento que vean ustedes que hay alguna capacitación en lo que se refiere particularmente a la Doctrina Social de la Iglesia y que nos abre un gran abanico de servicios en diversos campos, como son hoy las madres solas o responsables como les llama un movimiento, que están abandonadas por su pareja y tienen que sacar adelante a sus hijos, alguien que los acompañe, alguien que los aglutine y que los haga formar una comunidad para que comparta sus alegrías, sus tristezas, sus preocupaciones. Los ancianos, que no sean solamente como la atención de un programa social, sino verdaderamente la atención a Personas, que tienen todavía algo que aportar, no sólo en el trabajo y algunos me han oído decirlo en sus parroquias, siento una gran tristeza verlos al final de un centro comercial acomodando la despensa y que a quien le han hecho el servicio le dé una limosna y he preguntado: ¿esas Personas no habrán engendrado un hijo?, ¿esas Personas no tendrán un nieto que se pueda hacer cargo de ellos? Hoy en día no se teme llegar a la vejez por ser viejo o que ya no tenga uno muchas capacidades, sino se teme por la soledad en que se vive, no dejemos que el espíritu del mundo como nos prevenía la Segunda Lectura, vaya permeando y no solamente permeando sino a veces penetrando nuestro corazón, porque luego nos sale también la caridad: -Es que ellos requieren sentirse útiles-, -es que ellos no quieren estar ahí en la casa sin hacer nada-. Yo les puedo decir que a veces son como los hijos que sorprenden a los padres que les dicen:
Ellos ya no quieren ser una carga para ustedes. Podríamos decir probablemente: -Pero, es que yo no lo he corrido-, No, directamente no, pero con esos comentarios que ha oído él o ella es como si le dijeras: ¡Ya vete! Que sí un hermano u otro hermano o los hermanos que tengan, no les ayudan para sostenerlos, para sacarlos adelante en su enfermedad, ¡no se preocupen! Y no sientan que es una carga para ustedes, es un camino de Santificación, porque es Cristo mismo que ha llegado hasta su casa, que sí tendríamos que dejar el servicio que damos, o el ministerio que ejercemos por estar con ellos, ¡Hay que dejarlo!, porque la Escritura nos lo dice: “No porque lo vayamos a dar en la Iglesia, se lo quitemos a ellos”, mejor agradecerle al Sacerdote que me eligió y decirle, -Padre por éste tiempo no voy a poder, tengo algo en mi propia casa, tengo alguien a quien atender-, también esos son ministerios, también esto está en las manos de todo cristiano, hacer una opción para dedicarse a nuestra familia, dos ocasiones aquí en la Diócesis me ha tocado ya confirmar pequeños, decimos pequeños, aunque ya tienen bastante edad algunos, que están discapacitados, que dependen totalmente de sus padres y ellos han asumido esa tarea, comentaban de una experiencia, de una experiencia que también Dios me concedió tenerla personalmente, una pareja que engendra una criatura, yo no sé si le habrán tomado el tiempo pero me decían, duró cincuenta minutos, casi una hora viendo a su hijo o hija que tenía, pero como era una persona que venía con discapacidad fue la última vez que vieron al Papá. Y les digo también porque soy padrino de una creatura que no tiene su cara bien formada y que la única manera, sí, todavía vive, porque decían que tenía poco tiempo, más sin embargo sigue adelante porque su madre lo seguía teniendo en brazos y la única manera que él identificara a su madre, era por el poco olfato que tenía, pero aquella mujer, también sufrió lo mismo, el esposo con el cual engendró esa creatura, lo vio en la cuna y fue la última vez que lo vimos. ¡Ahí también se sirve, dentro del propio hogar! No habrá mucha trascendencia aparentemente pero sí el corazón de cada uno estará satisfecho y tranquilo al final de haberle podido servir al Señor, porque no es su padre, no es su abuelo o abuela, es Cristo mismo que está ahí. Seamos Laicos también deseosos de servir ahí en el mundo y hagámonos cargo de nuestros hermanos más necesitados. ¡Jesús manso y humilde de corazón! ¡Haz mi corazón semejante al tuyo! El Dr. Ricardo Valenzuela en Neza! |
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Abril 2020
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